Capítulo 9
¿Por qué me sigues a todas partes?
Al día siguiente en el instituto...
Una auténtica pesadilla. Me sentía observada. Todo el mundo soltaba una carcajada a mi paso. Pero nadie me dirigía la palabra. Después de lo de anoche me lo imaginaba pero no pensaba que esa presión iba a ser tan grande. Las horas pasaban lentas. Muy lentas. Tenía unas ganas tremendas de irme a casa. Me encontraba fatal. Quería irme a la cama y despertar de esa pesadilla.
De repente le vi. ¿Qué hacía allí? Yo no me lo esperaba. No, no puede ser. Me habré confundido. Es muy fuerte que haya venido a mi instituto ¿Para qué? No, no puede ser él. De repente, se gira. Reconozco esa sonrisa perfecta, esos ojos verdes y su musculoso torso... Es él.
No cabe duda. No va a cambiar nunca de ser tan patético. Pero no, no me puede ver. Me tengo que ir a casa pero sin que me vea. ¡No puede ser! ¡Es una pesadilla! ¡No le soporto! ¿Pero por qué todo me pasa a mi? Vale, un golpe de suerte en todo el día no me vendría nada, pero que nada mal.
No cabe duda. No va a cambiar nunca de ser tan patético. Pero no, no me puede ver. Me tengo que ir a casa pero sin que me vea. ¡No puede ser! ¡Es una pesadilla! ¡No le soporto! ¿Pero por qué todo me pasa a mi? Vale, un golpe de suerte en todo el día no me vendría nada, pero que nada mal.
- ¡Pepi, Pepi! - dije corriendo hacia ella.
- ¿Qué pasa Marta?
- Me encuentro mal. Me duele la cabeza y me encuentro mareada.
- Ya se te pasará.
- Es que llevo aguantando desde primera hora y no se me pasa.
Pienso... ¡Tienes que irte para casa pero ya!
- Marta si te encuentras mareada, siéntate un rato, bebe agua y comete la merienda.
- Pero sí es que quiero llamar a mi madre, me duele la cabeza de verdad.
- Pero sí es que no has probado a hacer lo que te he dicho.
Marta, esto puede funcionar. Me voy en dirección al cuarto de baño. Vale, ¿qué hago? ¿salgo y dejo que me vea Bertín y me canse como siempre hace? Suena la puerta del baño. Es Pepi. Vale, ya no hay vuelta atrás. Salgo y me quedo en el pasillo. Al fin y al cabo él no me puede ver desde ahí.
- ¿Estas bien Marta?
- Me encuentro muy mal.
- Ahora de verdad que me encontraba muy mal. Me dolía la cabeza un montón. Apenas podía andar de lo mareada que estaba y estaba temblando.
- Bueno, Marta dame el número de teléfono de tu mama que la llamamos y así descansas en tu casa, que te noto un poco pálida.
- ¡Muchas gracias, de verdad!
Pero al salir a la puerta de la calle...