domingo, 15 de abril de 2012

♥ Capítulo 5 : El fin del silencio ♥

Capítulo 5

El fin del silencio

           Esa noche de Octubre en mi casa ....


Azucena ilusionada salió al pasillo. ¡Anda no me esperaba esto! - pensó. Allí estábamos los dos, Ismael y yo. 



- ¡Anda quien es este! - dijo Azucena.

Le tocaría ir a hablarle, aunque no quisiera. ¿Qué le digo yo ahora? - pensó. Desde siempre no se le daba bien hablar con los chicos, era una chica un poco pavita y sobretodo vergonzosilla, a la que llamábamos tutu, que haría todo lo que estaba en su mano para quitarse la vergüenza, todo lo posible. Pero la verdad, aunque todo el mundo le dijera que era muy vergonzosa,  nos tenía a nosotras, unas muy buenas amigas, con las que no era así de tímida. ¡Un poco crazy también! Pero no más que yo, jajaja .... Ella era la más mayor de edad pero no era la más sensata, ni la más madura, esa personiita era Oli. Nunca se metía con nadie. Era muy buena persona con quien le daba la gana. 

- Piuff ... ¿ Qué digo o hago yo ahora? - pensaba continuamente Azucena. Su rostro empezó a enrojecer y empezó a picarle la tripita, así se ponía cuando algo la ponía muy nerviosa.

De repente, vio su salvación, Oli y Verónica hablarían por ella. Su cara ya había enrojecido bastante.

- ¡Hola! - dijo Oli.

Yo me acaba de enterar de que mis amigas estaban observandonos junto detrás mía.

Yo estaba sin palabras ante Ismael, Azucena me estaba pegando la marginación, vamos a parecerle al chico una marginadas que tan siquiera saben hablar con un chico. - pensé.

- ¿Quién eres tú? - preguntó con curiosidad Verónica.

- Yo, me llamo Ismael. - dijo el chico mientras miraba el reloj - ¡Mierda! ¡Lo siento, pero es que me tengo que ir a mi casa a pasos agigantados! Bueno, a ver sí nos vemos y hablamos con más tranquilidad.

De repente, se da la vuelta. Es como un príncipe azul. El encantador Ismael. Era alto, andaba con la espalda recta, como un príncipito salido de un cuento. Se puso las gafas de sol y se marchó. Iba vestido con unos vaqueros que le llegaban por las rodillas, eran de color claro y con una camiseta negra. Tiene un cuerpazo, se le notaba la tableta de chocolate. ¡Está para comérselo! ¡Ummm!

- ¡Hasta pronto chicas! - dijo con una sonrisa. Caray nos pusimos las 4 coloradas, nos dio los típicos dos besitos en las mejillas.Luego salió corriendo.

En cuanto le perdimos de vista, Azucena y Verónica se miraron mutuamente. Verónica era una chica alta, simpática, morena y realmente guapa. La veía muchas veces en el latinos con sus padres y sus abuelos que viven enfrente. 

- Piuff ... las cosas flipantes que nos están pasando hoy. ¡Jo, yo mañana me tengo que ir! - se quejaba Azucena.

- Tenemos que enterarnos aún de muchas cosas. - me decía Oli que siempre me está picando pero en plan cariñoso.

- Bueno, que os voy a decir, ya habéis visto todo lo del chico este. - dije con cara de flipada.

- ¿Lo dices por el chico que estaba aquí hace un momento o por Bertín? - dijo Oli, haciéndose la graciosilla de turno, aunque sabía perfectamente que estaba hablando del chico que acababa de marcharse.

- ¡Eso! Ya no me acordaba yo, de que nos tenías que contar también lo de Bertín, jumm. - dijo Azucena.

- ¡Que viejas al visillo estáis echas! - dije - Vosotras, sobretodo lo digo por ti Azucena, también tenéis que contar cositas. Y creo que más de una, ¿me equivoco?

- ¡Pues yo te cuento lo que quieras cuando sepamos todo lo que pasó el sábado en tu cita con Bertín! - decía Azucena desesperada.

A Verónica le encantaban estas charlas, en las que se enteraba de todo. Llevaba todo el rato esperando una charla de este tipo, de como meter baza para que se nos ocurra alguna travesura que gastar, asique acabaremos liándola parda como siempre.

Primero hablemos de mi cita con Bertín :

- Quedé con él en el convento. Él no dijo nada durante el corto trayecto hasta llegar al colegio, pero iba pensando en como parecer más interesante, porque así como que no parecía mucho,  quería besarme y luego hablar de ello, nuestro primer beso. Lo único que se le ocurrió en cuanto lleguemos al primer banco de las escuelas, fue decirme que sí nos íbamos a un sitio oscuro, aunque sabía que mi respuesta iba a ser no, quería romper el hielo. Estaba nervioso y se había puesto colorado. Le contesté que me iba a mi casa, que ya era muy tarde. Pero antes de irme me cogió la mano y se acercó la cara, pero me aparté hacia la mejilla y sin decir palabra me solté de entre sus brazos y me fui a mi casa, sin mirar atrás siquiera.









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